sábado, 2 de abril de 2011

Supongo, que todas las personas tienen un momento en su vida en el que notan un cambio repentino. En el que sin saber por qué, de la noche a la mañana, empiezas a plantearte cosas, a ver las cosas de otro punto de vista, a entenderlas con más conocimiento.

Y es que crecer, significa vivir. Cuando eres pequeño, crees que el mundo se acaba cuando no le gustas a ese chico, parece que te vas a morir de la tristeza, que nunca encontrarás a nadie mejor, y que no podrás soportar cuando este con tu mejor amiga, pero todo eso se te pasa cuando ese chico se acerca a ti a pedirte un boli, un papel, o a preguntarte si quieres jugar...

Cuando eres adolescente, te das cuenta de lo que era todo eso, y entonces es cuando vienen preocupaciones más grandes, más graves. Y llega el miedo, y llega la inseguridad, la vergüenza..., dicen que ser padre no es fácil, y supongo que no lo será, pero ser adolescente tampoco lo es.

Cuando eres adolescente, tienes que aprender a controlarte, a no tener impulsos, a no temer, a no sufrir. Tienes que aprender a ser más fuerte para que personas ajenas no te hieran. Lo cierto es, que una persona no se hace más fuerte de la noche a la mañana. Una persona aprende a controlar sus lágrimas cuando están pidiendo a gritos salir, una persona aprende a no hacer caso de la persona que intenta herirlo, una persona aprende a aparentar estar bien, cuando en realidad no lo esta, una persona, aprende a pintarse sonrisas... pero cuando llegas a tu casa, y te encuentras sola, vuelves a ser esa persona vulnerable, vuelves a perder las fuerzas, y las lágrimas que tanto has retenido por fin logran salir...

Y es que, cuando eres adolescente, tienes que aprender a levantarte, a salir adelante, aunque para ello te caigas tantas veces que se te desangren las rodillas, y para ello, nunca viene mal que antes de levantarte, te estén tendiendo la mano para apoyarte y coger impulso...

Sé que no es lo mismo, pero un adolescente, también necesita de abrazos, de caricias, de cariño... como cuando eres un niño y solo un beso de tu madre logra quitarte esa gran pena que tienes...

Al fin y al cabo... nunca dejamos de ser niños...

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